Justo a la mitad de camino entre Burgos y Palencia y en medio de los campos, en un punto de esa bella telaraña que forman en tierras castellanas los caminos de Santiago, encontramos Castrillo de Matajudíos donde en un día desconocido de 1510 naciera Antonio de Cabezón.
No falta nada en Castrillo: Iglesia gótica rica en vestigios, antiguo hospital de peregrinos (todavía hoy conservado en su diminuta plaza donde se alza presidiendo con solemne atrio su Parroquia de San Esteban), fuente, cementerio, bodegas... Castrillo se recoge a un lado del camino pero expande sus tierras por un buen número de hectáreas en el tranquilo paisaje que lo rodea. El castillo-ruina de Castrojeriz preside en lontananza la vida cotidiana de estas gentes, entrañables, nobles, sencillas y laboriosas que todavía pueblan el antiguo alfoz de los Cabezón. «Tierras de pan llevar»... dicen los libros, así es: junto con algún ganado, el cultivo de cereales es la principal riqueza de la zona.
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