Inmigración y delincuencia en España

LOS MECANISMOS DEL SISTEMA

Si en otras ocasiones hemos puesto de manifiesto nuestro consciencia acerca del proyecto progre [y por ende capitalista] de deconstruir nuestra cultura despojándonos de todo arraigo a la mayoría de nuestra sociedad:

- A través de la manipulación histórica.
Señalando como culpables a aquellos que con su sangre hicieron posible que hoy no estemos bajo el yugo islamista, o que seamos una provincia francesa más.
- Mediante el socavamiento simbólico constante de todo aquello que nos recuerde nuestra pretérita unidad y grandeza.

En esta ocasión vamos a intentar mostrar el mecanismo mediante el cual se pretende alcanzar tan macabro plan.

Los medios no escasean para tal fin, sin embargo no hay que buscar muy lejos para encontrar esa herramienta de manipulación masiva, la televisión [los medios de “comunicación”].

En cada telediario, en cada serie de máxima o mínima audiencia, ni que decir tiene, en cada anuncio publicitario y hasta en el espacio meteorológico, cada uno de los minutos de emisión cumple su función dentro del engranaje manipulador del sistema. Al igual que en el organismo de cualquier ser vivo cada una de sus partes se descubre como imprescindible para el correcto funcionamiento del conjunto.
Bien es cierto que existen apéndices y que estos podrían encontrar su reflejo en los contenidos culturales que algunos medios aun emiten a horas intempestivas.
Pero poco a poco estos contenidos se irán [y han ido] limitando al gran público, incrustándolos en canales de pago o suprimiéndolos directamente de la “parrilla” y es que en la barbacoa mediática la carnaza ocupa [y ocupará aun más si cabe] un lugar preponderante con el fin de anestesiar a un individuo previamente alienado por las estructuras [económicas] de poder.

Ese individuo, trabajador o no, sometido de una u otra forma a las estructuras productivas y de consumo amanecerá prematuramente con la misión [así se lo han hecho creer] de contribuir con su trabajo [no solo remunerado] a la consecución de unos objetivos ajenos y en muchas ocasiones bastardos, que las estructuras le hicieron asumir como propios.

Management a escala global que a pie de obra se traduce en trabajadores falsamente autónomos que se fijan sus propios objetivos consiguiendo un mayor compromiso con la “causa” [falso bien común].
Se trata de dar una vuelta de tuerca más, el caudillismo está en desuso y es que es más eficaz a la par que eficiente investir al individuo de [una falsa] autonomía.
De este modo no existe un enemigo claro, un caudillo reconocible, al que imputar los fallos del sistema. Ahora el culpable no es reconocible a simple vista, este se diluye entre la masa pues todos somos [falsamente] autónomos.

Como decimos, ya no hay un caudillo que salga en la televisión diciéndonos que y como debemos vivir nuestra vida. Sin embargo esas directrices, esos mandatos, son ahora más fuertes si cabe pues son los medios de comunicación masiva [al servicio del capital] quienes se encargan, sibilinamente, de imponer lo que deber ser socialmente aceptado.

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