Lorenz conocía cuatro peligrosas verdades que trató de propagar, pero cuya difusión fue eficazmente evitada y combatida desde el poder. Resumidamente, son las siguientes:
1. No existe en este mundo el crecimiento eterno, ni para el hombre, ni para una planta o mineral, ni tampoco para ningún poder y, en consecuencia, tampoco para la economía. Sin embargo, nuestro fraudulento sistema monetario se basa en un crecimiento económico constante con natalidad decreciente e intereses interminables. La presente crisis es un buen ejemplo de esta primera verdad, y un indicador de agotamiento del sistema económico impuesto tras la Segunda Gran Guerra
2. La educación sólo puede fomentar lo que ya existe; el talento y carácter se heredan. Frente a esto, encontramos sistemas educativos que fomentan la mediocridad y el mínimo esfuerzo, rebajando el nivel de la enseñanza al de los peores alumnos y usurpando el derecho de los mejores a progresar. Negar la excelencia es negar la educación
3. El sentido de la vida es procrear la vida. Esta verdad pone en duda el fin último de la reducción de la natalidad, que sería el de crear espacio para la inmigración. En esto Lorenz contradice frontalmente al “sistema”, que nos quiere hacer creer que el sentido de la vida no es tener hijos, sino ganar dinero y placer personal. En las naciones blancas, las políticas de natalidad han sido sustituidas por las políticas de inmigración. A medio plazo, esta decisión amenaza con destruir para siempre nuestra identidad.
4. Uno de los pecados capitales de la humanidad civilizada es la pérdida de tradiciones. Esta cuarta verdad tampoco debe ser difundida, ya que justamente en la destrucción de nuestra cultura y tradiciones está la clave para imponer a la humanidad el yugo del sistema monetario usurero; la religión del dinero.
Cientos de pensadores han sido proscritos por el sistema por decir cosas así. Sus libros no se encuentran en las librerías, y algunos de ellos han sido encarcelados. Así que cuanto antes ¡lánzate a leer sus libros! Constituyen un legado eterno que nos guía, y que guiará a los que vengan, tanto en lo político como en lo personal, tanto en la guerra como en la paz.
“No quiero el camino por donde se arrastran los pasos de la multitud”
Calímaco, poeta y erudito griego.
1. No existe en este mundo el crecimiento eterno, ni para el hombre, ni para una planta o mineral, ni tampoco para ningún poder y, en consecuencia, tampoco para la economía. Sin embargo, nuestro fraudulento sistema monetario se basa en un crecimiento económico constante con natalidad decreciente e intereses interminables. La presente crisis es un buen ejemplo de esta primera verdad, y un indicador de agotamiento del sistema económico impuesto tras la Segunda Gran Guerra
2. La educación sólo puede fomentar lo que ya existe; el talento y carácter se heredan. Frente a esto, encontramos sistemas educativos que fomentan la mediocridad y el mínimo esfuerzo, rebajando el nivel de la enseñanza al de los peores alumnos y usurpando el derecho de los mejores a progresar. Negar la excelencia es negar la educación
3. El sentido de la vida es procrear la vida. Esta verdad pone en duda el fin último de la reducción de la natalidad, que sería el de crear espacio para la inmigración. En esto Lorenz contradice frontalmente al “sistema”, que nos quiere hacer creer que el sentido de la vida no es tener hijos, sino ganar dinero y placer personal. En las naciones blancas, las políticas de natalidad han sido sustituidas por las políticas de inmigración. A medio plazo, esta decisión amenaza con destruir para siempre nuestra identidad.
4. Uno de los pecados capitales de la humanidad civilizada es la pérdida de tradiciones. Esta cuarta verdad tampoco debe ser difundida, ya que justamente en la destrucción de nuestra cultura y tradiciones está la clave para imponer a la humanidad el yugo del sistema monetario usurero; la religión del dinero.
Cientos de pensadores han sido proscritos por el sistema por decir cosas así. Sus libros no se encuentran en las librerías, y algunos de ellos han sido encarcelados. Así que cuanto antes ¡lánzate a leer sus libros! Constituyen un legado eterno que nos guía, y que guiará a los que vengan, tanto en lo político como en lo personal, tanto en la guerra como en la paz.
“No quiero el camino por donde se arrastran los pasos de la multitud”
Calímaco, poeta y erudito griego.
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