El pasado 12 de junio los Mossos d'Esquadra irrumpieron en una fiesta privada que se celebraba en una finca privada en una localidad del Delta del Ebro.
La acción de estos valientes policías se desarrolló como si estuviesen buscando a un peligroso comando terrorista o a un grupo de narcotraficantes, realizando unas actuaciones completamente excesivas y totalmente fuera de lugar, autorizadas por una jueza a la que la debían haber contado que allí había un complot neonazi internacional con extranjeros, en un sitio repleto de armas y otras mentiras similares del mismo calibre, ante lo cual se autorizó un registro total y con las medidas más duras en una finca y domicilio privado, entrando al asalto en los mismos, algo que solo puede realizarse cuando hay sospechas fundadas y reales de allí se está cometiendo o se va a cometer un delito muy grave.
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