Inmigración y delincuencia en España

EL NEGRO QUE HABLABA CON DIOS

Érase una vez un negro que, totalmente perplejo por las características corporales que tenía, se dirigió al Altísimo.

- Señor... No lo entiendo... ¿Por qué tengo que tener una nariz aplastada y con unos orificios tan grandes como los tengo?
Y en ese momento, una voz del Altísimo le respondió:

- Hijo, es por tu bien... En África hace mucho calor y, además, el aire es enormemente caliente y hay filtrarlo y absorberlo para que ventile y dé vida a tu cuerpo. Por eso tienes esa nariz aplastada.

- Bien... Y ¿por qué he de tener este pelo tan crespo?

- Pues es muy sencillo... En África hace muchísimo calor. El sol acabaría contigo de una insolación si no poseyeras unos cabellos de las características que tienes.

- Bien... Y ¿por qué tengo que tener los labios anchos que tengo?

- Pues es muy sencillo también... Esos labios anchos te protegen del calor. Esos labios anchos evitan que tu boca se seque. Esos labios anchos son una auténtica profilaxis para ti.

- ¿Y la piel tan negra? ¿Por qué tan negra?

- Porque en África el sol es abrasador... Si tuvieras una piel tan blanca como un noruego, como un sueco, o un escocés, tu piel quedaría totalmente destrozada por los rayos del sol. Es precisamente por esa piel tan negra que tienes por lo que puedes exponerte sin ningún peligro al sol.

- Bien, bien, Señor... -continuó el negro-. Comprendo las explicaciones que me das sobre mi piel, sobre mi boca, sobre mi nariz, sobremi cabello... Pero, si todo eso es así, ¿por qué he nacido y vivo en Barcelona? 



El negro que hablaba con Dios
Érase una vez... Cuentos de sabiduría para tiempos revueltos
César Vidal



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