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LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

Las primeras imágenes que se conservan sobre ellos se remontan al siglo III, en las catacumbas romanas, aunque en esas escenas varía el número entre dos, tres y cuatro. «Quizá la primera representación conocida corresponda a la catacumba de Priscila (posiblemente del s. III)» aunque «no se debe llevar mucho respecto a la de Domitila y la de San Pedro», explica la doctora y profesora de Historia del Arte Sonsoles Nieto Caldeiro, que destaca que «en ellas no figuran como reyes, sino como magos de Oriente», con gorros frigios. Son figuras idénticas, sin distinción de edad.

Hay que avanzar tres siglos en la historia para contemplar la primera mención de los nombres que hoy gritan los niños en las cabalgatas. Aparecen en los mosaicos de San Apolinar el Nuevo de Rávena, Balthassar, Melchior y Gaspar, sobre tres figuras a pie que llevan los presentes al Niño. Así los citaba el «Liber Pontificales» de Ravena. Melchor se representa como el más joven; Gaspar, el anciano con barba blanca y Baltasar con barba castaña... y aún de tez blanca.

«Las tres figuras han variado a lo largo del tiempo en cuanto a su edad y aspecto, pero indudablemente ha sido la de Baltasar la que más transformaciones ha sufrido», apunta Sonsoles Nieto. Al final del gótico resulta ser de raza negra, quizá de procedencia etíope y así lo interpretan las obras pictóricas o escultóricas del siglo XV. «Debió ir en consonancia con la corriente más cosmopolita o universal que caracterizó el final de la Edad Media», explica la profesora de la Escuela de Arte de Sevilla.

En el medievo, a partir del siglo XI, los magos habían abandonado su postura oferente para adoptar una reverente y humilde de adoración ante el Niño.

El cuarto rey americano

Los tres regalos que ofrecieron a Jesús llevaron a pensar en que fueron tres los Magos de Oriente, un número muy apropiado para relacionarlo con la Trinidad, con las tres Edades del hombre o con las tres partes del mundo que se conocían en la Edad Media: Asia, Africa y Europa, de forma que se correspondían con las tres razas del género humano, descendientes de Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé. El descubrimiento de América vino a tambalear esta idea e incluso hubo intentos de sumar un cuarto rey americano a la terna, aunque sin éxito, según explica Virginia Seguí en Alenarte. Vasco Fernandes incluyó en el retablo que hizo para la catedral de Viseu a un cacique con plumas y jabalina de Brasil.

Fuente: ABC

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