Inmigración y delincuencia en España

RUDOLF HESS

Hoy se cumplen veinticinco años del asesinato de Rudolf Hess. Los aguerridos defensores de la libertad y de los derechos humanos, vencedores en la Segunda Guerra Mundial, lo mantuvieron encerrado e incomunicado durante más de veinte años. Su terrible delito fue intentar iniciar unas conversaciones de paz con la Gran Bretaña para poner fin al conflicto que ensangrentó a Europa. Ni siquiera pudieron acusarlo, como a otros camaradas suyos, de participar en fantasmagóricos "genocidios" y demás inventos de la propaganda bélica. Su crimen consistió en ser fiel a sus Principios, a su Führer y a su Pueblo. Y eso, entonces como ahora, es algo que el Sistema no perdona.

Los asesinos de Rudolf Hess no fueron los carceleros que lo estrangularon. Esos sicarios fueron simplemente el brazo ejecutor. Los asesinos de Rudolf Hess siguen imponiendo su férrea censura y persiguiendo a cualquiera que no comulgue con las farisaicas ruedas de molino del Pensamiento Único. Son los que impiden participar en unas Olimpíadas a una atleta porque la ideología de su novio no se adapta a la dogmática de lo políticamente correcto. Son los que encarcelan a editores y libreros por difundir obras que cuestionan su chata y mezquina idea del  mundo. Son los que amordazan a cualquiera que exprese las verdades de perogrullo sobre un Sistema hipócrita y cobarde. Son los que sustentan, desde su omnipresencia en los medios de comunicación, las coartadas de una economía dirigida por especuladores y usureros. Son los que anestesian al Pueblo y le hacen avergonzarse de su identidad, de su Patria, de su Historia, de su Raza y de su Cultura promoviendo un multiculturalismo mestizo y decadente. Son los que pretenden la erradicación de lo sublime y la imposición de la mediocridad.


Sin embargo, a pesar de sus Guantánamos, de sus agencias de noticias, de sus espías y asesinos, a pesar de sus mercenarios y terroristas que extienden la guerra por los países que no se arrodillan ante el sionismo, a pesar del papanatismo cómplice de una opinión pública aborregada, siempre habrá voces rebeldes. Todavía no han conseguido desarrollar una tecnología capaz de anular totalmente el espíritu humano. Aunque el camino sea cada vez más difícil y la censura y la represión sean cada vez más fuertes, también somos cada vez más los que nos negamos a bailar al son repugnante del Nuevo Orden Mundial.

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