Inmigración y delincuencia en España

MANUAL DE EMBRUTECIMIENTO


El embrutecimiento imperante es un hecho. Lo interesante no es ilustrar ese hecho sino de que manera se logra.

Pero el término sugiriere que alguien – un grupo, una institución – se dedica a embrutecernos con quien sabe que fines, lo que huele a “teorías de conspiración”. Que haya conspiración o no, lo cierto es que ciertas ideologías cooperan generando el embrutecimiento.

Los que nos están embruteciendo tratan de presentarlo como el transcurso inexorable de los tiempos que corren. Peor: como la más alta expresión de la voluntad individual.

Nada mas democrático que un programa de televisión: “Quien no quiere verlo, que cambie de canal”.

Nada mas democrático que un periódico: “Quien no quiere leerlo, que lea otro”.

Nada mas democrático que la publicidad: “A quien no le gusta, que no compre el producto”.

Nada mas democrático que un móvil: “Quien no quiera recibir mensajes, que lo apague”.

Y, por supuesto, nada mas democrático que la democracia occidental: “A quien no le guste el gobierno, que vote por otro”.

Aunque queda muy claro que hay intereses/ideologías que se aprovechan, sin o con intención de la descerebracion general, aquí no se trata de analizar aquellos, sino de poner en evidencia sus métodos.

El planteamiento del problema es tan viejo como sencillo: ¿Cómo instalar convicciones, certezas, dogmas y creencias en las mentes sin que sean sometidas a escrutinio crítico, análisis científico, verificación escrupulosa o al menos a un chequeo de plausibilidad? Las respuestas tampoco son complicadas.

Bloquear el pensamiento

En primer lugar, para evitar la reflexión, hay que ocupar las mentes con tonterías. Es difícil embrutecer si se deja un tiempo de reflexión, un tiempo sin la influencia exterior. Por eso, los sistemas de embrutecimiento se empeñan en ocupar cada instante “vacío” de nuestra existencia.
La técnica de base del embrutecimiento consiste en inundar las cabezas con deportes, música, telenovelas, publicidad, juegos…

Televisión Total

La televisión debe ser omnipresente. Frente a ella se espera la presencia de mas de una persona, por lo hay que poner un televisor. No solamente en lugares de diversión, como bares, sino en toda aglomeración humana potencial: autobuses, salas de espera, hospitales, cementerios, bancos, oficinas públicas, ministerios, servicios a clientes…

En cada comedor de restaurante se tiene que instalar al menos un televisor, sino varios para que ninguna mesa escape.

Mensajes vía móvil

Hasta hace poco, un teléfono sólo requería atención cuando alguien llamaba. Con el advenimiento de los móviles llegaron los mensajes de texto SMS – un invento magnifico para recabar la atención con cualquier tipo de ‘noticias de basura’, publicitarias (“manda un mensaje y se gana un estuche de llaves”) u otros acosos pueriles, como el de los ‘chats’.

Los Pseudo-Eventos

Herramienta esencial/imprescindible para el bloqueo cerebral, la generación de pseudo-eventos no solamente sirve para llenar los cerebros vacíos, sino también para que se confunda la nimiedad con lo importante. Los medios democráticos, servidores fieles del mundo de lucro, alcanzaron verdaderas cumbres en este arte, a veces cumbres de comicidad.

Los pseudo-eventos tienen en común que el evento en si mismo no tiene ningún interés, nadie se hubiera percatado de él si los medios no le hubieran dado bombo. Aún peor: algunos de estos eventos no son acontecimientos reales: solo existen porque los medios los generan, como los aniversarios de los óbitos de James Dean o Marilyn Monroe muertos hace décadas.

En realidad el generar pseudo-eventos es una sub-categoría de lo que llamamos “bloqueo de pensamiento”. Si cada media hora le molestan con una nimiedad, no tiene tiempo de ocuparse de cosas importantes.

Entre las múltiples categorías de pseudo-eventos, mencionamos solo tres: las de deportes, de la farándula y los de historia. De otra categoría de pseudo-eventos de premios y galardones – hablamos más en adelante.

Deportes

El caso de deportes parece anodino pero es instructivo por la mera cantidad de ‘eventos’ que genera cotidianamente y por su facultad de acaparar por completo el frente de la escena en ciertas ocasiones (mundial de fútbol, olimpiadas, fórmulas uno,…). Hace no mucho tiempo, eventos deportivos del fin de semana ocupaban una página el lunes, hoy cada diario presenta un suplemento completo de ’deportes’.

Hay que tener una vida intelectual bastante apagada para interesarse quien pasa las eliminatorias de un torneo de tenis en Australia, que dice un boxeador antes de un combate (siempre dicen lo mismo) o que lugar ocupa un equipo de fútbol en el campeonato ingles. Pero al menos se trata de embrutecimiento puro, sin otras intenciones que la de mover el dinero de muchos bolsillos pobres a otros ricos – inevitable ingrediente de la democracia liberal.

Farándula

A primera vista las noticias del mundillo del cotilleo se parece al del deporte: tan abundantes que aburrudísimas. Que la princesa X se casa con el príncipe Y es un pseudo-evento del que hasta las embarazadas del sexto mes empiezan a cansarse.

Pero contrariamente al deporte, donde cualquier patada es información, en los pseudo-eventos de la farándula hay mas selección, se pueden promover agendas otras que dan dinero. Escoger los iconos del Nuevo Orden Mundial no se deja al azar.

De quien se habla y de quien no es más importante que la misma información que se da.

Que un Don Nadie como Michael Jackson puede captar prensa y televisores durante semanas es más interesante que la noticia de su muerte. Los que tratan de imponernos con forceps un personaje de ese tipo tienen claramente una agenda.

Aniversarios Históricos

Esa agenda es aún más evidente en los pseudo-eventos históricos, porque evocar el pasado claramente sirve a propósitos polí*ticos del presente.

El aniversario de la muerte de Anne Frank, por ejemplo, no interesa a nadie, pero sirve para darles a los cerebros embrutecidos otra vez con el martillo del “holocausto“. Que se recuerde la muerte de tifus de una niña inocente en un campo alemán durante la Segunda Guerra Mundial y no de los cientos de miles de niñas alemanas que murieron quemadas vivas en los bombardeos de ingleses y americanos, es una técnica de embrutecimiento de más alto nivel que el simple fútbol.

Trastocar la escala de importancia

Una de las técnicas más devastadoras consiste en obnubilar los cerebros tanto, que ni pueden distinguir lo que es importante de lo que es completamente insignificante para su propia vida.

Quitarle la brújula que permite mantener el rumbo, es la finalidad última del embrutecimiento. Y a fe que lo han logrado.

¿Usted ve este hombre dando brincos, gritos de júbilo, lleno de alegría, que corre como un loco agitando un trapo pintado, abrazando a los transeúntes?

¿Usted se pregunta si se ha salvado de un cáncer, salió de la cárcel o que otro feliz acontecimiento cambió su vida?

Pues no… es que su equipo ha marcado un gol más.

Y esta abuela sonriendo feliz mirando la foto de una pareja con su recién nacido. ¿Su nieto? Pues no, es el bebé de la princesa X en la sección ‘Sangre Azul’ de su revista preferida.

De manera que el incremento de violencia, la patada de un futbolista, el nuevo disco de rap, el derrumbe de la burbuja de especulación, la muerte de Michael Jackson y la preparación de la guerra a Irán aparecen en la misma escala, al menos están tomando el mismo espacio de televisión o prensa.

También en esta categoría de embrutecimiento destaca el de deportes, porque ilustra a que cumbres de absurdidad la máquina embrutecedora puede empujar.

Los votos del público

Hasta hace poco el embrutecimiento era ‘one way’: radio, televisión y prensa propagaron sus mensajes sin conocer su efecto, al menos no directamente…

Después vinieron las llamadas a la emisora, interrumpiendo la secuencia de melodías con sus interminables felicitaciones y saludos ‘a todos que me conocen’.

Con el advenimiento de las técnicas digitales se ofrecen posibilidades nuevas: el embrutecido puede participar ‘on-line’ en su propio embrutecimiento. Por ejemplo, emitiendo su ‘voto’.

Los votos por internet y celular son innombrables: “¿Usted piensa que el ministro de asuntos exteriores debería…. ?” Mientras el ministro se muere de risa, los usuarios mandan su veredicto: “No, el ministro no debería…”

O en un acoso SMS en el celular:

Pip,pip,pip…”¡Vote quién ganará la liga y gane una noche en un hotel de una estrella en Salou!”

Ya que no es imprescindible para el embrutecimiento, ¿cual es la ventaja de implicar el embrutecido ? Hay al menos dos:
Primero, por el ‘feed back’ se conoce el efecto (y la envergadura) del embrutecimiento, se sabe, si ‘se mordió el anzuelo’.
Segundo, pidiéndole su opinión, el embrutecido se considera importante…

Es ese último efecto que se necesita para mantener la democracia en vida: Juan Pérez, en sus chancletas delante el televisor, tiene que pensar que de su opinión depende el futuro del país…

Quitar el significado

Otra técnica muy eficiente de la descerebración masiva es la que consiste en vaciar una palabra, una imagen, un símbolo de su significado. A veces se da otro significado, a veces simplemente se deja vacía.

Vaciar palabras/imágenes/símbolos de su significado no es un acto casual sino una etapa esencial del embrutecimiento.

El televidente al que se presentan montones de imágenes sin significado cotidianamente, deja de buscar el sentido detrás de una información – acostumbrado que probablemente tal sentido no existe. El lector al que se distorsiona el significado de una palabra en los artículos, termina de resignarse y aceptar tal cambio.

Símbolos

La devaluación de un símbolo es lo más fácil: basta usarlo frecuentemente y fuera de su contexto para que no significa mas nada. Víctimas preferidas son símbolos religiosos o políticos. En tiempos menos embrutecidos, la gente se ponía una cruz o un rosario al cuello, cuando se quería identificar como cristiano, ahora solo los judíos exhiben estrellas de David. Cuando se usa como adorno general, el valor simbólico se pierde.

Otro símbolo sin significado es la cruz svástica, originalmente representando la ideología nacionalsocialista alemana. Una idea brillante del embrutecimiento ha sido prohibir su uso, lo que tiene por consecuencia previsible que se pinta en cualquier lado solo para provocar o expresar desacuerdo con una política.

Imágenes

Hace no mucho tiempo nuestros sistemas mediáticos estaban basados en palabras escritas (prensa) o pronunciadas (radio). La transición a la sociedad de imágenes es relativamente reciente, pero casi total. La ventaja de la imagen - estática o animada – es que transmite información en forma mas concentrada; cuya descripción necesitaría varios párrafos con largas explicaciones verbales se puede presentar de forma gráfica, foto o reportaje filmado. Más bien se podría, porque el embrutecimiento se encargó de aniquilar esa ventaja.

Hay dos técnicas de base para quitar el valor informativo a una foto o película:
a) Desconectar la imagen por completo de la información que la acompaña.
b) Presentar imágenes que – aunque tengan relación remota con el texto – no agregan ninguna información a este último.

Técnica a) siendo muy grosero, se usa generalmente en contextos artísticos, como los clips acompañando una canción.

Técnica b) se puede usar en cualquier contexto, político, económico u otro. Un discurso del presidente se acompaña obligatoriamente de su foto ya conocida de otros discursos, La bajada de interés del Banco Central Europeo viene con gente deambulante ante su sede.

Para una asimilación más fácil del alza de la gasolina se presenta la foto de una bomba.

Esas técnicas de transmitir ‘información cero’ en color no solamente sirve para hinchar espacios, sino también para desviar la atención del embrutecido. En el caso del alza de la gasolina, por ejemplo, se podrían presentar imágenes con información real, como tablas comparativas de precios, pero eso requiere trabajo cerebral de parte del periodista y del lector, cosa que molesta a ambos.

Palabras

La técnica clásica de vaciar palabras de su significado es la exageración: la tiendecita de la esquina se llama ‘supermercado’, el zapatero ‘centro de reparación’, y el dentista ‘clínica dental’, tres comercios con parque son un ‘Hiper-Espacio’.

Pero no cada violación del diccionario/de la semántica se debe a las locuras del mundo comercial. El ejemplo clásico en inglés es el adjetivo ‘gay’ que no hace mucho significaba sereno, alegre…

Tambien hace poco un ‘técnico’ era alguien trabajando en el dominio de ingeniería, un mecánico o un ingeniero. Hoy este término se aplica mas comunmente a un entrenador de fútbol.

-Mi hijo quiere ser técnico!
-Entonces, ¿le gustan las matemáticas, ciencias o la mecánica ?
-No … le gusta darle al balón.

Las palabras ‘pompa de jabón’

Esa técnica es un perfeccionamiento de la precedente – quitar el significado – salvo que se da otro y se usa siempre con fines ideológicos. Luciendo de todos los colores a primera vista, ciertas palabras se esfuman en el vacío sin dejar rastro cuando se examinan de cerca. Pero los embrutecidos raras veces examinan palabras de cerca. Y si lo hacen, se pueden inventar otras…
Porque los términos ‘pompa de jabón’ nacen y desaparecen con las modas del embrutecimiento.

“El presidente desprecia a la Sociedad Civil” (titular de un periódico, por ejemplo). ¿Quién diablos, es la ‘Sociedad Civil’? No hay definición en el artículo, pero según se desprende del contexto, diversos grupos (o ‘lobbies’) se consideran excluidos de decisiones del gobierno. No pasa un día en que no se inventan nuevos ‘derechos’, algunos hasta se beatifican como ‘derechos universales humanos’. Esa técnica de embrutecer es muy sutil. En general, se trata de reivindicaciones sindicales u otros, como ‘el derecho al trabajo’.

Disfrazar un concepto ideológico como derecho universal pretende sofocar cada oposición, pues ¡quién osaría contestar un derecho, máxime cuando es ‘humano’ y ‘universal’!

Esa técnica es muy recurrente en el mundo de la zombificación general: Presentar certezas/dogmas como ‘universalmente aceptadas’ ¿Como se puede dudar de algo, en que todos creen, como en las armas de destrucción masiva del Irak e Irán o en el “holocausto”?, ¿Tal vez quiere excluirse de la humanidad, peor: del consenso universal de los demócratas occidentales?

Aunque la técnica es una mala copia/caricatura del concepto de la excomunión medieval, funciona perfectamente en el mundo de los medios sincronizados.

El engendro socialista que se llama Unión Europea esta lleno de palabras pompa de jabón. Una de las más utilizadas es ‘harmonización´. Atinadamente escogido – ¿Quien osaría oponerse a la harmonía? – ese eufemismo generalmente encubre un aumento de burocracia o de impuestos, ya que existe en un país de la UE y según la lógica comunitaria, se debe aplicar en los otros.

Idolatría absurda

También esta técnica consiste en impresionar con opiniones consagradas, y también se copió de la iglesia católica, esta vez de su sistema de santos, diablos y fiestas. Los santos hoy son cineastas premiados, premios literarios, artistas, doctores ‘honoris causa’ y otros.

Los santos

La técnica es sencilla: una vez beatificado el protagonista de una opinión o ideología, es muy difícil criticarlo y a lo que representa.

Pero el culto a la personalidad huele a dictadura, por eso los ídolos del embrutecimiento democrático se promueven con más discreción. Que no con menos fastidio. En muchos casos el ‘encanto discreto’ de tal o tal ideología de embrutecimiento es de fácil reconocimiento: Iconos comunistas como Marx y Che Guevara. Santos del ‘holocausto’: Anne Frank y Elie Wiesel. Campeones de ‘derechos humanos’ como Martin Luther King y Nelson Mandela, Lincoln, Roosevelt…

En otros casos se necesita un segundo vistazo para comprender por que se promueven algunos futbolistas, cantantes, etc. y no otros.

Notablemente ausentes de los ídolos promovidos por la industria del embrutecimiento son ingenieros, médicos o científicos.

Los diablos

Por supuesto, el culto de ídolos incluye el culto de anti-ídolos cuidadosamente seleccionados, personajes constantemente presentados como encarnaciones del diablo: Hitler, Pinochet, Franco, Saddam Hussein y otros.

Las fiestas idólatras

Ya hemos visto que el sistema imperante del embrutecimiento esta copiando en muchas ocasiones métodos de parecidos sistemas del pasado. Una de ellos es obligar a las masas estupidizadas de celebrar eventos históricos clave de su ideología, como una resurrección, una guerra o una revolución.

Uno de los ejemplos mas exitosos de esa técnica, es la incensación de la Revolución Francesa de 1789 como ‘madre de todos los derechos humanos’.

Esa matanza incomparable no solamente nos regaló tres palabras pompa de jabón (libertad, igualdad y fraternidad) y una herramienta para ponerlas en práctica (la guillotina), también nos dejó un genocidio con centenares de miles de muertos, sino una tecnocracia militar anti-cristiana que bajo Napoleón salió a robar a Europa. Esa orgía de sadismo, atrocidades y terror se celebra en Francia cada 14 de julio con gran perafernalia, desfiles militares y bailes, y no es de extrañar que sea una reliquia del liberalismo mundial. !Es interesante que de esa matanza incomparable para la igualdad de los hombres no se adoran a sus lideres (Robespierre, Danton, Marat, Mirabeau,…)

Premiar conceptos y valores

El embrutecimiento no deja nada al azar. En estrecha connivencia con el culto de ídolos va la industria de los premios, sabedor que la muchedumbre siempre confunde premio con mérito.

Aunque premios muchas veces se dan a personajes, en realidad se premian conceptos, ideologías, políticas que representan estos personajes o sus obras. Una película no se premia por su valor cinematográfico, ni un libro por su valor literario, sino por el mensaje que se transmite.

Así los galardones a un Almodovar no van al artista, sino a su manera de atacar el catolicismo. Los galardones a un Spielberg no se dirigen al cineasta sino al sionista y inventor del “holocausto”. El premio Nobel de literatura a Grass premió a un infatigable anti-alemán y anti-fascista (antes de que se conociera su pasado SS), el de Hemingway indirectamente reconoció su lucha contra Franco, etc…

Las pocas veces que parece que había fallos en este sistema, hay que mirar de cerca las fechas: Los premios Nobel de Literatura a Ezra Pound y Knut Hamsun se dieron antes de que se conocieran sus opiniones políticas…

Pero si hubiera un Premio destacando “El premio más ridículo” – de los muchos que se toman en serio – iría al “Nobel de la Paz”. Si el Nobel de la literatura a veces estaba premiando obras reales – al menos en el pasado – el de la Paz se usa para cementar una visión política.

El ‘Nobel de la Paz’ no se dió a Elie Wiesel por sus incansables esfuerzos de mantener la paz, sino para santiguar el odio de un protagonista del sionismo, a Willy Brandt para regalar – sin contrapartida – una parte de Alemania a Polonia.

Y así podríamos llenar páginas y páginas.

Fuente: RNV

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