Inmigración y delincuencia en España

OCCIDENTE Y EL AUTOENGAÑO

El momento actual de Occidente queda designado a las mil maravillas con el término autoengaño. Porque nunca viene mal una buena dosis de autoengaño, suicida pero, sin embargo, grato y necesario para hacer soportable la existencia a nuestra frágil y asustadiza alma; o, mejor dicho, a nuestra alma en su estado actual de neurótica y asustadiza fragilidad, pues esa misma alma, ahora irreconocible, otrora hizo enmudecer de pavor y perplejidad al orbe entero.
Leía hace poco una entrevista realizada a Arturo Pérez-Reverte con motivo de la presentación de su última novela, en la que declaraba que el hombre occidental de hoy no entiende nada de lo que pasa porque ha perdido la capacidad de descender a las catacumbas del horror humano. Y así es, efectivamente. Vive (es decir, vivimos) ebrio de placeres en su palacio de cristal, creyendo que éste le preservará de todos las amenazas, o ignorando incluso que éstas puedan existir. Su mundo adolece de falta de realidad. Pérez-Reverte fue corresponsal de guerra con 20 años y la experiencia práctica le enseñó que hay otro mundo fuera de los muros de El Corte Inglés. Sí, un mundo espantoso y aterrador. Los “derechos humanos” se desvanecen si cruzamos la frontera del parque temático de cocacola y palomitas en que los occidentales habitamos. Los recientes episodios de piratería, práctica que ingenuamente suponíamos extinguida, son sólo un toque de atención. Hay otro mundo ahí afuera. Sí, y es lúgubre como una caverna, proceloso como un océano voraz, atroz como una pesadilla sin fin. Hace ya mucho que nuestros blanditos y esponjosos sistemas nerviosos dejaron de estar preparados para soportarlo. Por eso preferimos tendernos bajo una palmera, bailotear la canción del verano en un chiringuito playero con sonrisa boba, hacer naufragar nuestros mejores años en las cenagosas aguas del botellón o fabricarnos atractivos perfiles en las redes sociales; “cultura del ocio” lo llaman, “panem et circenses” se le llamó otra vez. Todo aderezado con una filosofía moral de telenovela y una sabiduría vital de concurso televisivo. Al final la vía de escape es lo de menos, lo esencial es nuestra falta de coraje para aceptar lo que la vida es.Pero es el nuestro un espejismo quebradizo y fugaz porque el peligro llama, antes o después, a la puerta; tiene ojos y oídos, afila las garras y observa complacido cómo hablamos de derechos y mercados, índices y alianzas, huele nuestra debilidad. No escucha las palabras, escudriña el miedo tras nuestra mirada al igual que la fiera estudia a su presa antes de asestar el zarpazo final. Al natural apetito humano de conquista y botín se añade, en este caso, el resentimiento acumulado durante siglos contra el “dominador del mundo” que ya empieza a estar maduro para su sometimiento. Pasó lo mismo con Babilonia, Egipto, Roma.Somos demasiado civilizados, demasiado blanditos ya como para entender que la única lógica en las relaciones entre culturas es, como en el reino animal, la fuerza; la historia se ocupa en aleccionarnos de modo inequívoco sobre ello. Alzarán sus voces poetas y sacerdotes oponiendo, desde sus torres de marfil, la manida solidaridad y fraternidad entre los pueblos; el verdadero político (no los nuestros de hoy obviamente), hombre de acción, se sonríe ante esto. Aprendió, como Pérez-Reverte, que en un mundo inhóspito y siniestro, el nuestro, la ley básica es que el fuerte es el sujeto de la historia y el débil su objeto. La vida es guerra. Sólo que nuestra alma está ya demasiado cansada, entumecida, narcotizada, corrompida y apocada como para comprenderlo. No faltará quien, sin asomo de delicadeza, nos lo venga a recordar.
No llegó todavía el vistosamente profetizado “fin de la historia” (“pax augusta” se le llamó otra vez). La historia sigue girando impertérrita, como una gran rueda que, pese al sedante momentáneo del autoengaño, no tardará demasiado en pasarnos por encima.
Joaquín Verdú

1 comentario:

Metioko dijo...

HAN ENTRUYADO A AYALA!!!!!!MIRAD EN SOTO RESISTE!!!