
Primero pusieron el grito en el cielo, haciendo gala de su hipocresía, cuando las ministras de cuota del último gobierno zapateril posaron cual furcias baratas en la puerta de la Moncloa luciendo carisimos abrigos de pieles. Sin embargo poco después fue Soraya Saez de Santa María quién nos provocó más de una arcada con unas instantaneas poco menos que repugnantes donde además de su cara de viciosa pudimos apreciar, no sin horror, una de sus pezuñas. Pues bien ahora le toca el turno posar en el Vanity Fair a la señora Cospedal, esa que se ha dedicado a denunciar que el PSOE les espiaba sin aportar ni una sola prueba.
Escoria, eso es lo que sois.
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